No existen los cuerpos normales

Sole Zeta
4 min readNov 12, 2021

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Mara Gómez

Hace un año la futbolista trans Mara Gómez daba sus primeros pasos en el fútbol femenino profesional en Villa San Carlos. Hace un par de semanas, y con la camiseta de Estudiantes de La Plata, marcó su primer gol precisamente a su anterior equipo (en cumplimiento de la “ley del ex”, que postula que lxs jugadorxs que abandonan un club suelen ser sus verdugos al enfrentarlos).

Un año, dos clubes, un gol. El fantasma del inexorable dominio del deporte femenino por parte de mujeres trans que se agitó en su momento parece desvanecerse a la luz de la historia. Una historia similar sucedió en los Juegos Olímpicos con la levantadora de pesas Laurel Hubbard, quien después de provocar predicciones apocalípticas sobre el deporte femenino, abandonó la competencia con tres intentos fallidos.

Laurel Hubbard

Parecería que ni hay una epidemia de varones transicionando para competir en una categoría “más fácil”, ni una dominación del deporte femenino por parte de atletas trans. Así que cualquier discusión teórica sobre la justicia de su participación (algo sobre lo cual ya escribí bastante) debería verse a la luz de esta realidad: toda esta polémica no es más que un pánico moral provocado por el odio.

Pero en las últimas semanas hubo otra noticia importante sobre el deporte para cuerpos no normativos con la renovada difusión que recibió un video de hace 5 años de Gonzalo Bonadeo hablando sobre el deporte paralímpico. En esa intervención, Bonadeo explicaba por qué para él los juegos paralímpicos no deberían tener medallas. Entre otras barrabasadas Bonadeo menciona que en el deporte adaptado la definición de la categoría en la cual debe participar un deportista está determinada por “abogados y médicos”.

Me gustaría detenerme en esto. Porque además del obvio paralelismo con Mara y Laurel, cuya participación como mujeres TAMBIÉN dependió de abogados y médicos, tenemos el archipublicitado caso de la sudafricana Caster Semenya. Multimedallista de oro mundial y olímpica en 800 metros llanos, Semenya sufre el acoso del sistema médico/juridico desde que comenzó su carrera. La corredora produce naturalmente niveles de testosterona muy por encima de los valores de referencia para mujeres, lo que efectivamente le da una ventaja competitiva. Pero a diferencia de quienes nacen con piernas más largas o pulmones de mayor capacidad, que son ventajas biológicas igual de justas o injustas, a Semenya se le prohibió competir a partir de una nueva regla que entró en vigencia en 2019. La Federación Internacional de Atletismo le permitiría participar como mujer exclusivamente si tomara un medicamento para inhibir la testosterona. Para dimensionar el grado de ridiculez, imaginemos qué pasaría si a un basquetbolista le exigieran cortarse unos centímetros de pierna para no tener una ventaja frente a sus rivales. Si, así de loca es la cosa.

Caster Semenya

Pero Semenya no es la única víctima de esta nueva reglamentación. Otras afectadas fueron Francine Niyonsaba de Burundi, Margaret Wambui de Kenya, y Christine Mboma y Beatrice Masilingi de Namibia. Sí, todas mujeres negras. Parece que los “valores de referencia” de World Athletics no habrían tomado en cuenta la diversidad corporal de las mujeres de ascendencia africana.

El problema es que esta clase de resoluciones está tratando de resolver un problema imaginario: no pueden garantizarse condiciones justas de competencia porque no existen las competencias justas. Les deportistas de élite SIEMPRE tienen ventajas corporales, desde los pulmones hipertróficos de Michael Phelps a los dos metros de altura promedio de la NBA. Pero nadie le receta cigarrillos a Phelps para achicar sus pulmones.

Sin embargo, creo que Bonadeo también tocó en su diatriba un punto importante. En un momento, recalca que en una determinada disciplina hay “catorce finales”. O sea: catorce competencias distintas, según el grado y tipo de discapacidad que tienen sus participantes. Bonadeo lo dice como si fuera algo negativo, pero para mi es una gran manera de igualar (relativamente) posibilidades. Y de hecho, es algo que ya se hace en deportes no adaptados: los deportes de combate como el boxeo, y los que involucran levantamiento de pesas como la halterofilia, dividen a sus participantes por peso corporal además de género. De esa manera se le permite competir a quienes no tendrían chances en una competencia libre. ¿Por qué esto no se aplica a otros deportes? ¿Por qué no tenemos categorías de altura o de capacidad aeróbica, por dar dos ejemplos de ventajas corporales que son fácilmente medibles?

Supongo que el único motivo es que atentaría contra el espectáculo. No es lo mismo ver a “la persona más rápida del mundo” que a “la persona más rápida del mundo que mide entre 1,60 y 1,70”, aún cuando esto sería más justo. Pero dejemos de mentir, entonces, cuando nos rasgamos las vestiduras por la “justicia”. Ninguna competencia es justa, porque no existen los cuerpos normales.

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Written by Sole Zeta

Chica no binaria twitteando desde la clandestinidad. Escribo cosas. Ideas y nerdaje.

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