Sean Connery interpretó al padre que toda persona trans quiere tener

Sole Zeta
4 min readNov 3, 2020

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Indiana Jones y la Última Cruzada (1989) Dir: Steven Spielberg
Indiana Jones y la Última Cruzada (1989) Dir: Steven Spielberg

(Contenido sensible: discusión sobre violencia de género y violencia sexual)

El sábado pasado el mundo lloró la partida de Sir Sean Connery, el veterano actor escocés. Podría escribir muchísimas cosas nefastas sobre Connery. Por ejemplo, encarnó al primer James Bond, cuyas películas cuesta decidir si son más machistas, racistas u homofóbicas. Peor aún, defendió públicamente la violencia de género en entrevistas:

Pero más allá de que no creo que esto deba ser olvidado, mi respuesta emocional fue otra: mi película preferida de Connery (y tal vez mi película preferida de la historia del cine) es Indiana Jones y la Última Cruzada, en la cual encarnó al padre del arqueólogo aventurero interpretado por Harrison Ford. Y esa película es, para mi, la historia de la reconociliación entre un padre y su hijo trans.

Sí, acabo de decir que Indiana Jones es trans. Paso a ofrecer pruebas:

La película ostensiblemente es sobre la búsqueda del Santo Grial. Henry Jones, afamado medievalista especializado en el grial, fue secuestrado por los nazis para que lo ayuden a encontrarlo. Pese a que llevan años distanciados (Indiana abandonó su casa en la adolescencia), su hijo emprende la búsqueda y lo encuentra preso en un castillo en Austria. Al entrar a la celda donde está recluído su padre, se produce el siguiente intercambio:

Papá Jones confunde a Indy con un enemigo y lo golpea con un jarrón. Al reconocerlo, lo llama “Junior”, a lo que Indy contesta por primera vez en la película “No me llames Junior”.

Toda persona trans comprende en mayor o menor medida lo que se siente que su identidad le sea negada por sus seres queridos. Para Indy esto pasa por uno de los lugares más frecuentes: su nombre. Durante la película Jones padre llamará Junior a su hijo una y otra vez, generando reacciones violentas de parte de Indy (en el clip de arriba lo vemos ametrallar una decena de soldados nazis en uno de esos arranques de ira). Para peor, vive demostrando que sus investigaciones le importan más que su hijo: en el clip del reencuentro lo vemos primero lamentarse porque el jarrón que le rompió en la cabeza a Indy era una antigüedad invaluable, para luego aliviarse porque era una copia.

Saltamos al final de la película: tanto los nazis como los Jones encontraron el Santo Grial. Indy usa la Copa de Cristo para salvar la vida de su padre, tras lo cual una arqueóloga Nazi intenta robarse la reliquia. Dios lo toma a mal (?), y derrumba todo el templo. En ese momento, Indy termina colgando de un precipicio. El Grial está casi al alcance de su mano. Quiere tomarlo para ganarse el respeto de su padre, quien como dijimos parece preferir las antigüedades a su hijo.

Pero Henry le está tomando la mano a Indy. Y se produce el intercambio central de la película:

HENRY: ¡Junior, dame tu otra mano, no puedo sostenerte!
INDY: Puedo tomarlo. ¡Casi puedo alcanzarlo papá!
HENRY: Indiana… Indiana… déjalo ir.

En ese momento vemos como Indy se quiebra. Por primera vez su padre reconoció su identidad, y le dijo que le importa más que los objetos que lo obsesionaron toda la vida. Indy se da vuelta, mira a su padre a los ojos, y le da la otra mano para salir de ese precipicio.

Por supuesto que en el último minuto de la cinta Henry volverá a llamar a su hijo por su nombre de nacimiento, porque estas cosas tienen idas y venidas. Lo que importa es que ya tuvieron ese momento de reconocimiento.

Vi un millón de veces esta película, y la vería un millón de veces más (peleando la punta de la tabla contra Terminator 2). Y hace tiempo que sabía que la trama de reconciliación padre/hijo era central a mi aprecio por la misma. Pero recién a partir de que pude asumir mi propia identidad pude hacer esta lectura: lo central en la reconciliación entre los dos Jones es el reconocimiento de la identidad.

Connery nos dejó con un legado… complejo, tanto dentro como fuera de la pantalla. Pero tal vez sea nuestro error exigirle a nuestros referentes culturales no tener contradicciones ni fisuras. Sí, Connery era un golpeador y su James Bond curaba lesbianas violándolas, y está perfecto recordarlo, pero el mismo actor nos dio este padre que, con mucha dificultad, aprende a aceptar a su hijo a pesar de sus diferencias. Y nuestro mundo sería más pobre sin Henry Jones.

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Sole Zeta

Chica no binaria twitteando desde la clandestinidad. Escribo cosas. Ideas y nerdaje.